S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, heredero legítimo del trono español, es hombre de convicciones profundas. Firme defensor de la tradición católica, es por completo ajeno a la imagen que esta época desarraigada quiere dar de la nobleza en general y de los príncipes en particular. Ligado a las principales dinastías de Europa, viajero infatigable, enrolado primero en la legión española y luego en el ejército portugués en Angola, S.A.R. Don Sixto Enrique conoce de cerca la política, es un conferenciante de reconocido prestigio y un consejero escuchado que se ha encargado muchas misiones de mediación en numerosos países.
Señor ¿qué os une a Rusia? ¿Por qué os
interesa?
¡Miguel Strogoff! Desde que de pequeño leí Miguel
Strogoff, amo a Rusia – y eso que Julio Verne nunca estuvo en Rusia. A partir de
esa lectura, he intentado hacer más profunda mi simpatía. Hoy tengo muchas
razones para amar a ese gran país: por su extensión, su espacio inmenso (con
Siberia, por supuesto); por la cualidad intrínseca de una población, que tras 70
años de comunismo ha vuelto a su espiritualidad de otro tiempo; por las reservas
minerales, que son riquezas importantes todavía no verdaderamente utilizadas,
pero que le garantizan una independencia verdadera; por sus tradiciones
nacionales: la iglesia, el recuerdo de la familia imperial. En su población
subsiste un instinto natural de resistencia que nosotros hemos perdido.
Es interesante observar cómo las reflexiones, los
comentarios, los análisis de la prensa y de los medios occidentales, que eran
muy amistosos con el régimen soviético, han dejado de serlo por completo, ahora
que la libertad ha vuelto a Rusia; y se han vuelto, por el contrario,
humorísticos, sarcásticos, calumniosos… Incluso se nos vuelve a hacer la broma
de mal gusto de la supuesta guerra fría, que fue de una invención no menos
artificial que la primavera árabe de hoy en día: en realidad, el capitalismo
occidental se beneficiaba de la presencia del régimen soviético, que le evitaba
tener que competir con una Rusia reencontrada y reconstituida.
Es una vieja historia que se remonta a antes de
la Primera Guerra mundial: hacía 1900, Inglaterra observó que había dos países
que desarrollaban una dinámica industrial muy importante: la Alemania de
Guillermo II y la Rusia de Nicolás II con su notable primer ministro, Stolypine.
Si dejaba que esta dinámica industrial siguiera adelante en estos países, sus
nuevas industrias exportarían sus productos por todas partes del mundo, haciendo
la competencia al comercio inglés, y se verían empujados a desarrollar una
marina comercial competente, que también competiría con la marina comercial
británica. Inglaterra no quería en modo alguno esta competencia, y por ello
deseó la guerra y hasta la provocó en cierto sentido – incluso si el elemento
desencadenante de este conflicto, urdido mucho antes, fue, como es sabido, el
asesinato del archiduque austriaco Francisco-Fernando. La estrategia inglesa
consistió en crear una tensión cada vez más fuerte entre Alemania y Rusia para
empujarles a la guerra. Conocida es la monstruosa matanza que resultó de ello,
un genocidio dictado por intereses menos estratégicos que económicos. En Rusia,
la revolución, resultado de la guerra, tomó el poder en 1917, con el apoyo de
las finanzas y de los grandes bancos occidentales, y se impuso el régimen
soviético que produjo los horrores de todos conocidos. Rusia también ha sido
martirizada en beneficio de una estrategia internacional, financiera y
totalmente inhumana.
Casi un cuarto de siglo después del fin de la
unión soviética ¿qué cambios se han producido?
Yo no esperaba que el régimen soviético hiciera
implosión tan pronto como lo hizo, fue una buena sorpresa. Pero después de 70
años de aplastamiento psicológico sufrido por tres generaciones, Rusia ha
encontrado milagrosamente un renacimiento espiritual impresionante. En el
ejército, ningún regimiento emprende la marcha hacia el Caúcaso sin que le
acompañe un capellán. En todas partes las iglesias se reconstruyen y en su
interior se juntan todas las generaciones sin distinción. Amo esa iglesia
ortodoxa, magnífica, con los coros más bellos que quepa encontrar y ¡ese fervor!
El país reencuentra sus virtudes iniciales y su poder internacional, no
solamente político y estratégico, sino también económico y comercial.
Esta Rusia, que conocí en la época soviética, hoy
la he vuelto a encontrar, pero liberada, y la miro con una simpatía tanto más
grande cuanto su voluntad de mantener su independencia nos ayudará a nosotros
mismos a reencontrar nuestra propia independencia amenazada por la penetración
anglosajona. Por eso, cuando voy a Rusia intento hacer ver a los rusos que no
respondemos a la idea que la estrategia de nuestros gobiernos podría dar de
nosotros.
A Vladimir Putin se le señala hoy con el dedo
como al lobo feroz de Europa. Procedente en su origen del KGB, y más tarde
consejero de Boris Eltsine, ha dirigido la Seguridad Pública antes de presidir
el gobierno de Rusia y luego la Federación Rusa. Ha devuelto a su país el rango
de gran potencia ¿Ha restaurado Rusia?
Al menos la está restaurando. En cuanto a su
recorrido vital, el KGB era el equivalente de la ENA en Francia; la élite del
país tenía que pasar por él. Putin pasó, pues, por el KGB, y después recibió el
apoyo del alcalde de San Petersburgo, Sotchak, que lo descubrió, con mucha
penetración y psicología, y le ayudó mucho en su promoción primero en San
Petersburgo y después en Rusia. Es el único que, en razón de su carácter, y de
la importancia de su país puede poner en jaque, gracias a la firmeza de su
postura, la comunicación y la complicidad americana y europea, mezcla de
liberalismo y de socialismo.
Mi único temor se centra en el perfil de su
primer ministro, cuando veo el papel menos positivo que juega. En la época de la
guerra de Libia, Medrvedev, que por entonces era Presidente, se mostró abierto a
las sugerencias de los diferentes grupos internacionales, como la comisión
trilateral, Paneuropa, el Bilderberger, etc.
¿No se debe esto a un reparto de papeles con
Putin?
Oficialmente, sí.
¿Qué incita a los europeos desear la picota
para Putin?
La Unión Europea es un engendro completamente
artificial; ha hecho creer a cada una de las naciones adheridas a ella, que, por
su virtud, los europeos serían más competitivos en comparación a los Estados
Unidos. Lo que se ha producido ha sido exactamente lo contrario. Al introducir a
Inglaterra hemos instalado el caballo de Troya americano en Europa. Es evidente
que el mundo anglosajón, Inglaterra o Estados Unidos, no puede aceptar de
ninguna manera que el mundo tal como lo concibe no obedezca a sus normas, a sus
reglas. Y Rusia es el único país que actualmente puede permitirse esta
excepción, esta reacción -quizá con Hungría, cuyo primer ministro me resulta muy
simpático.
Tras la vuelta de Crimea al seno de Rusia, el
discurso occidental da a entender que Vladímir Putin no va a pararse ahí.
¿Creéis que tenemos que vérnoslas con una Rusia “imperialista”?¿Qué otra
política podría hacerse por relación a ese país, fuera de la que actualmente se
lleva a cabo?
¡Simplemente, reconocer a Rusia sus fronteras
históricas! Hay que redefinir geográficamente Ucrania, que carece de unidad: su
parte oeste, desde el Dniéper, ha estado bajo el control austriaco durante mucho
tiempo y se llamaba la Galicia. Su población era uniata, convertida al
catolicismo, y siempre han existido tensiones entre los uniatas y los ortodoxos
tradicionales. Por el contrario, la Ucrania oriental siempre ha sido rusa. Es
incluso la matriz de Rusia: el gran príncipe Vladimir partió de Kiev para fundar
Moscovia. Entre Rusia y esta Ucrania oriental hay una unión completa bajo todo
punto de vista. Crimea, incorporada por Catalina II y Potemkin en el siglo
XVIII, sigue siendo el principal pulmón de Rusia en el mar negro.
Cuando a Kruschtchev, que era ucraniano, se le
ocurrió dar una autonomía a Ucrania, pretendía obtener dos representantes de la
Unión Soviética en la ONU: Rusia y Ucrania. Era un pretexto evidentemente
artificial, pero que interesaba a los soviéticos en aquella época. Ahora eso se
ha vuelto contra Rusia. Las protestas de los países, que aparentan revestirse de
virtud ultrajada porque Rusia recupera sus posiciones históricas y naturales,
son inaceptables y en particular la de los Estados Unidos que, en otro tiempo,
¡invadieron Nuevo Méjico, Arizona y California, y atacaron a España en 1890 para
hacerse con Cuba y Filipinas!
También se puede evocar el problema en Moldavia y
Transnistria, territorio cuya población actual está casi únicamente compuesta
de rusos que fueron deportados allí por Stalin, según creo, y que quieren ser
reconocidos como rusos. No hay que olvidar, en todo caso, que en la capital
ucraniana de Kiev se encuentra el “vaticano ortodoxo”: un soberbio conjunto de
catedrales e iglesias donde se recoge verdaderamente toda la historia de la
ortodoxia rusa.
http://www.carlismo.es/?p=3958
http://lastrincherasdefuenteovejuna.blogspot.com.br/2014/06/sar-don-sixto-enrique-de-borbon-la.html
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