Tal como lo prometió en Fátima, Nuestra Señora regresó en los años 20 para dar a través de Sor Lucía y a través de la Iglesia Católica la solución simple de Dios para los abrumadores problemas modernos: El Papa debe consagrar Rusia junto con los obispos del mundo al Inmaculado Corazón de María. Y Nuestra Señora dejó en claro que de esta consagración, Dios hacía depender la solución del problema masivo de la Iglesia y del mundo. De esto se desprende que si Dios permitiera que cualquier otra solución funcionara, Él estaría haciendo mentir a Su Madre. Obviamente esto está absolutamente descartado. La consagración de Rusia debe ser hecha; el Demonio no debe tomar el control completo de la Iglesia y el mundo.
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