A verdade:
(...) Aquellas decisiones conciliares y montinianas no
tenían solamente el propósito pastoral declarado de evitar tener pastores incapacitados
para el ministerio por edad avanzada (y el no declarado de alejar a eventuales opositores
a las reformas), sino el de transformar –al menos de facto y a los ojos del
mundo– una jerarquía sagrada en una administración burocrática similar a las administraciones
de los gobiernos de los modernos estados democráticos, o a los ministerios
pastorales sinodales de las sectas protestantes. Hoy Joseph Ratzinger completa
la reforma conciliar, aplicando incluso a la sagrada dignidad del Sumo Pontificado
las modernas categorías mundanas y seculares mencionadas, equiparando también
en esto al Papado Romano con el episcopado subalterno. De hecho, es muy
probable que la decisión de hoy se convierta en moralmente obligatoria para sus
sucesores, haciendo del Papado un cargo “temporal” y provisorio de presidente del colegio episcopal
o, por qué no, del consejo ecuménico de las iglesias.
Al inicio de su “pontificado”, Benedicto XVI
insistió efectivamente en el aspecto colegial de la autoridad de la Iglesia: el
obispo de Roma es el presidente del colegio episcopal, un obispo entre los
obispos; al final de su “gobierno”, Joseph Ratzinger ha querido presentar –como
cualquier otro obispo conciliar– su renuncia. (...)* - atrevimento, desfaçatez, desplante, insolência
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